HISTORIA


El predio San Antonio fue adquirido en 1944, por Marco Antonio Collazos, padre de la actual propietaria -Fabiola Collazos Bonilla-, a Isidoro Bonilla y Tulia Ospina. Por su parte, El Carmelo es un segregado de un predio de mayor extensión y su adquisición viene por linea paterna.

  Marco Antonio Collazos y su esposa, Tulia Bonilla, fundaron en San Antonio, una finca tradicional cafetera con cultivos de pan-coger, aún recordada hoy como despensa alimentaria y fuente de trabajo para los lugareños. Al mismo tiempo El Carmelo se destinó a ganadería extensiva.
A la muerte de mi padre, ambos predios y todo lo que en ellos había, sufrió un desplome total muy parecido al abandono, pues se los tomaron la maleza y el caos sucedáneos al saqueo, la invasión y el abigeato, perdiendo como consecuencia sus características de finca productiva. 

Posteriormente, tomada de mí parte la decisión de hacerle frente a la situación y convertirla en morada permanente, a la consolidación de mi jubilación, comencé por rehacer la casa y revivir el predio estéticamente, reemplazando árboles, limpiando otros, recuperando la bocatoma y acueducto, estableciendo una huerta de pan-coger con prácticas de agricultura orgánica y venta de excedentes asociada con cítricos y otros frutales, zonas para potrero en pasto estrella y un pequeño lago piscícola.


Todo ello, entreverado con guayabos, cedros rosados, tulipanes, cachimbos, guayacanes y guaduales estratégicamente situados,  como barrera protectora del río Dagua que atraviesa la finca y otro perpendicular a éste que retiene las escorrentías de un gran cañón  erosionado, que nace en el predio El Carmelo, ha concurrido para  recuperar el fundo al tiempo que para proyectarse como un punto de equilibrio natural dentro del poblado, frente a la tendencia urbanística que hoy afronta.
Cea 2


No  sobra decir que el albergue para pájaros y otras especies viene por añadidura pues la oferta alimentaria y de refugio se deriva de la riqueza forestal con que cuenta, la cual se incrementa día a día como objetivo permanente. 

Concomitante con lo anterior, desde hace  algún tiempo, sus  tierras que antes eran lomas amenas en las que campeaban el ganado al lado de los bosques de mortiño, chagualos y arrayanes, acompasados por el arrullo de  las mirlas y otros pájaros, fueron cambiando su uso para dar paso a las parcelaciones que van en aumento y, muy recientemente, precedidas de cultivos intensivos, generalmente de piña, aspectos éstos, que comienzan a marcar su impacto lesivo en relación con sus peculiaridades   paisajísticas originales  de flora y fauna, pues el cemento, la grama o, cuando más, los bosques de pino, han ido penetrando los espacios de vegetación variada que son tan nuestros